
Antonio Montes (32 años) soñaba con estudiar jazz. Tocaba batería y en 2014, tras recibirse de Ingeniería Comercial de la Universidad de los Andes, se propuso ahondar en estilos musicales. Sin embargo, su gran hobbie –los asados e inventar objetos– cambió sus planes.
A los ocho años tuvo su primer ahumador de carne, un producto poco convencional en esa época. Ahí dice que empezó todo. “Desde chico, yo era de esos que si se echaba a perder un transformador lo desarmaba entero, miraba los cables, los limpiaba, veía si había un cable pelado, lo pegaba y lo arreglaba”, afirma.
Así, y como tenía tiempo libre mientras se adentraba en la música, se puso a investigar y pensar en mejoras en los productos para asar comida. “Empecé a obsesionarme, a estudiar modelación 3D en las noches, a dibujar planos, leer de termodinámica y propiedades del acero. Quería hacer un ahumador perfecto”, recuerda.

Fue tanta la obsesión que después de un año decidió dejar la música y se puso a buscar trabajo para financiar su proyecto. “Tenía una carta oferta en Agrosuper y estaba en una terna en LAN”, agrega; sin embargo, tomó la decisión de cortar todos los procesos y jugársela por el emprendimiento que tenía en mente: crear su propio ahumador.
“Mis familiares no entendían la decisión que había tomado”, comenta. Sus padres y abuelos son abogados y –dice– pertenece a una familia “muy convencional”. “La música ya era suficiente”, señala entre risas.
Con planos dibujados y una idea clara, en 2015 Montes entró a trabajar medio día a la Fundación Independízate, que apoya y capacita a emprendedores. Con su sueldo compraba materiales y arrendaba un taller. Así, tras seis meses de trabajo, el 18 de septiembre de 2015 le llegó el primer prototipo. “Lo miré, cociné, y dije: esto es un desastre. Me quemé la mano y rabié”, cuenta Montes.
Montes tiene claro que en Chile el mercado no es lo suficientemente grande para crecer. Por eso, en febrero de 2021 decidió partir a Estados Unidos con su señora -hoy COO de la empresa- Catalina Longueira. Arrendaron un cowork en Downtown Miami y empezaron a vender tal como lo hacían en Chile. “Pero fue un fracaso”, reconoce.
Pensando cómo entrar en ese mercado, Montes les escribió a los ejecutivos de Almo Corporation, el mayor distribuidor de major appliance de Estados Unidos. “Después de molestarlos mucho conseguí que viajaran de Pennsylvania a Florida, nos juntamos en Pombano Beach, una ciudad cerca de Miami, en una tienda que se llama Culinary Concept. Prendí los hornos y me puse a cocinar unas puntas de ganso, cebollas asadas con chimichurri y alitas de pollo. Elegimos un día con poca gente para poder hablar tranquilos. De repente alguien que iba caminando paró a ver la demostración”, relata Montes.
“‘Está bacán esto’, comentó el transeúnte. Le conté lo que era y uno de ellos me dijo: ‘Lo quiero ahora, me lo llevo’. Nadie lo podía creer. Después de eso subimos al local, sacamos la muestra de la vitrina y con los ejecutivos de Almo lo subimos a su camioneta. Luego de eso, me respondieron ‘ok, démosle’”, relata. Así, Keveri Grills firmó una alianza que le permite estar en grandes cadenas de retail de EE.UU., como Home Depot y Lowe’s.
En paralelo, Naoshi Matsumoto, relacionado a Banco Security y Sigdo Koppers, entre otras, invirtió US $2 millones, lo que les permitirá entrar a 2.200 puntos de venta especializados, contratar equipo en Estados Unidos y aterrizar en el mercado mexicano, donde ya tienen avances.